Carboxiterapia es una técnica médica que consiste en la aplicación transcutánea de dióxido de carbono. A inicios del siglo pasado, ya se utilizaba el dióxido de carbono para tratar enfermedades de la piel y problemas circulatorios, con el paso del tiempo las investigaciones médicas dieron el respaldo a estos tratamientos con la evidencia de la base científica.

En la actualidad, las aplicaciones del dióxido de carbono se han extendido al  área estética con una tasa de éxito bastante buena, además la técnica de carboxiterapia se ha difundido por todo el mundo.

La base para la respuesta de la piel a Carboxiterapia es que el CO2 disminuye el pH del tejido, originando la producción de óxido nítrico el mismo que junto con el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF) llevan a una vasodilatación de las arteriolas capilares con la consecuente mejora en la micro-circulación con llegada del oxígeno y otros nutrientes al tejido tratado.

Por otro lado esta simple variación en el pH, origina la liberación de varios compuestos químicos que activan fibroblastos y favorecen la migración celular con la subsiguiente estimulación del proceso de cicatrización. En este proceso se forman y reorganizan las fibras de colágeno y elastina.

De acuerdo con nuestra experiencia en Perú y con las investigaciones médicas carboxiterapia favorece la regeneración de la piel y la disminución del tejido adiposo subcutáneo, además al activar tanto circulación sanguínea como linfática favorece el drenaje linfático.

La aplicación de carboxiterapia más allá de ser un procedimiento netamente mecánico, es la activación de una cascada de reacciones bioquímicas que conllevan a beneficios antes mencionados; por lo tanto al asociar algún otro tratamiento debemos tener en cuenta de no entorpecer el proceso que hemos activado inicialmente. Esta es precisamente una de las razones para indicar carboxiterapia al final de cualquier tratamiento combinado.

En el V Consenso mundial de Carboxiterapia, se trató la asociación de carboxiterapia con otras técnicas tales como ultrasonido, corrientes rusas, luz pulsada intensa y toxina botulínica.

Ultrasonido asociado a carboxiterapia podría resultar beneficioso sobre todo en los casos de fibrosis post-liposucción, siempre en el orden de ultrasonido seguido de carboxiterapia.

Las corrientes rusas, cuando son aplicadas correctamente por profesionales entrenados, provocan una adecuada neuroestimulación muscular, que lleva a contracciones musculares en series que   simulan el entrenamiento físico. Los resultados suelen ser muy buenos en cuanto a que mejora la fuerza y la resistencia aeróbica del músculo y activa la circulación sanguínea y la microcirculación sanguínea en el músculo. Esta técnica de estimulación muscular es un complemento muy bueno al ser asociada a carboxiterapia pues se potenciarían los efectos de ambas y resultaría bastante beneficioso sobre todo en caso de flacidez muscular asociada a grasa localizada y flacidez de piel.

La toxina botulínica tiene como efecto estético la desaparición casi inmediata de las líneas de expresión como consecuencia de la inducción de una parálisis muscular controlada y transitoria de algunos músculos faciales, no obstante no tiene efecto en piel. Asociar carboxiterapia luego de la aplicación de toxina botulínica complementa el efecto de ambas y da un aspecto más saludable al rostro.

La asociación de carboxiterapia luego de un peeling también resulta interesante pues hay evidencia científica sobre el efecto del dióxido de carbono en restaurar la piel, además del beneficio antibacteriano del gas.

No cesaremos en recomendar que los procedimientos deban ser aplicados por personal de salud entrenado y en el caso de toxina botulínica y carboxiterapia por médicos expertos para la seguridad del paciente como para obtener buenos resultados.